7 de marzo de 2008

EMBARAZO MULTIPLE - CONSEJOS FUNDAMENTALES - CUANDO LOS HIJOS NO SON COMO QUIEREN LOS PADRES

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EMBARAZO MULTIPLE
CONSEJOS FUNDAMENTALES


CUANDO LOS HIJOS NO SON COMO QUIEREN LOS PADRES

Si observáramos atentamente a nuestro alrededor encontraríamos que aún aquellos hijos que a nuestros ojos parecen perfectos, jamás lograrán colmar las expectativas de sus propios padres.

Hablamos y hablamos permanentemente con ellos, pero debemos preguntarnos si realmente logramos dialogar. No podemos proponernos educar, pues en términos reales de intención y elección, uno está educando.

El mensaje de los padres está en la vida de los padres, no en lo que los padres les seleccionan a sus hijos, ni en lo que se repite en la escuela adonde los padres mandan a sus hijos.

Hay que encontrar un momento adecuado para reflexionar sobre las relaciones entre padres e hijos. Pero no sobre aquellas relaciones idealizadas y románticas, sino aquellas que son reales, cotidianas que educan mutuamente.

Definitivamente los niños están bajo la influencia de sus profesores, sus amigos, los medios de comunicación, el ambiente, los líderes del barrio, las noticias y, por supuesto de sus padres y familiares. Entonces, ¿qué valores obtendrá de todos ellos?, ¿cuál será más decisiva en su formación? Bueno, pues serán aquellas con las que puedan identificarse, las que le den seguridad, gratificación, placer, satisfacciones.


Por supuesto que si hiciéramos una escala, primero están las relaciones con los padres y familiares, relaciones que son en la mayoría de los casos las mas significativas. Pero si el círculo familiar les resulta hostil y distante, estarán sujetos a otras influencias más intensas, fuera del marco familiar, que serán —para bien o para mal—decisivas en su vida.

¿Cómo lograr el equilibrio entre los limites y la libertad en la relación con los hijos?, ¿cómo lograr esta seguridad en los hijos’, ¿cómo marcar la autoridad sin sentirse culpable? son las preguntas más frecuentes que se hacen todos los padres, aparte de analizar que elementos intervienen.


Los elementos se juegan en el plano de cada núcleo familiar con sus propias redes vinculares tejidas por hijos, padres, abuelos, familiares, amigos y vecinos. Aunque en gran medida y principalmente la relaciones entre padres e hijos estará fundada en la consistencia entre las intenciones y las acciones de los padres; la conexión intrínseca entre lo que son y lo que hacen.

Los padres que actúan al azar, en forma imprevisible, sin principios; padres que no ejercen reglas permanentes, que no tienen un accionar uniforme, que están influidos por el animo del momento, por caprichos pasajeros, por reacciones emotivas, son padres que hoy permiten lo que mañana prohibirán, sin razón que lo justifique, que celebran con gracia hoy lo que censurarán mañana.

Los hijos de estos padres no sabrán a que atenerse. Se habrá perdido la oportunidad de darles seguridad, lo que resentirá la confianza del hijo frente a ellos. El hijo no podrá reconocer que es lo que está bien y que es lo que está mal, y lo que es peor, no sabrá cómo se estructura las reglas del orden y mas tarde, reconocerá que sólo son decisiones sin sentido lógico.

Padres con miedo de educar, transfieren miedo, indecisión y un modelo que sus hijos imitarán cuando sean padres.

Si los padres no ponen limites, si su relación con los hijos tiene como sustento libertad sin jerarquía de valores, ni creencias, sin compromisos; esa libertad que parecía ser sustento se torna vacío. El éxito de la educación y del aprendizaje se basa en la confrontación: sin confrontación no hay aprendizaje posible. Si como adolescente no tengo con quien discutir, si todo se me permite aun sabiendo que lo que hago esta mal, podré pensar que es por que mis padres no me quieren, o no soy lo suficientemente importante para ellos.

Los adolescentes piden casi a gritos que se les ponga límites. Los hijos criados con padres con miedo, incapaces de decisión, se buscan otros padres. Puede ser la droga, una secta religiosa, un grupo autoritario, una banda de barrio, un líder a quien seguir o los padres de la novia.

Decirle a un hijo “haz lo que quieras, elige tu mismo”, cuando el espacio es demasiado amplio, es percibido por el hijo como una actitud de indiferencia y falta de compromiso de parte del padre, que renuncia a mostrar un camino o a asumir responsabilidad.

El hijo asumirá lo más fácil, lo más cómodo, lo que lo atemorice menos, lo que lo satisfaga más en el corto plazo, pero eso no es garantía alguna de que haya elegido el camino sano, o el que lo conducirá a metas elevadas para su desarrollo personal. Si les quitamos a nuestros hijos la posibilidad de rebelarse, de luchar por lo quieren, ellos no podrán elegir

Durante muchos años, las corrientes psicológicas (sobre todo las décadas de los 60’s y 70’s) proponían educar en libertad, sin ataduras, para que los hijos decidieran qué es lo que quieren ser y hacer, como si la responsabilidad fuera solo de los niños y el padre pudiera separarse de este lugar de guía, conductor y generador de limites.

Son las mismas corrientes —y lo han hecho muchas generaciones—, las que proponían educar con el ejemplo, bajo la premisa de que el buen ejemplo influye positivamente en los hijos. Pero no es todo ni lo único, el buen ejemplo no es suficiente. El hijo de un héroe de guerra pude ser un gran cobarde, el hijo de un filántropo puede ser un egoísta, el hijo de un predicador puede perderse en un mundo de delito.

Es importante que los padres actúen con sus hijos enseñándoles un camino, siendo coherentes en sus demandas y en sus concesiones, siendo consecuentes con sus ofertas de premios y sanciones, pero sin caer en un autoritarismo vacío, déspota, que exige únicamente obediencia pero no logra ganarse el respeto, como el de aquellos padres que no toman en cuenta a sus hijos ni sus demandas, que se engañan creyendo que todo lo hacen por sus hijos y ejercen un poder indiscutible.

Nos han vendido (y lo peor es que hemos comprado) una filosofía en nuestra relación familiar que básicamente justifica nuestra ausencia del hogar y nos excusa de la falta de intimidad. “Trabajo tantas horas para darte lo mejor, lo hago por ti”, etc.

Lo importante es la calidad de tiempo compartido y no la cantidad. Pero en realidad pocas de estas ideas resultan satisfacciones reales a la hora de hacer un balance de nuestra relación con los hijos. Los regalos valiosos no siempre representan sentimientos valiosos.

El desafío como padres e hijos, está en encontrar el punto de equilibrio en la tolerancia, en la paciencia, en la comprensión, en el respeto mutuo, en la permanente esperanza de que superaremos los conflictos y en el entendimiento del sentido trascendente de las relaciones humanas, empezando por la mas primitiva de todas: la de los padres con los hijos.

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