14 de mayo de 2008

Mellizos y Gemelos - Embarazos Multiples

Embarazos Multiples

MELLIZOS Y GEMELOS

Dentro de las leyendas habituales en nuestro medio cultural figura la extraña costumbre de considerar los nacimientos de a pares como premonitorios de problemas.
La aparición de mellizos o gemelos se ha convertido en un “cuco”, como si se los sindicara de extraños al orden natural, y por lo tanto merecedores de singular castigo.

La realidad presenta otro perfil, pues no hay ningún cuadro patológico concreto basado en el exclusivo hecho de ser mellizos o gemelos.
Al pasar a describir las dificultades para su crianza, podremos comprender los posibles riesgos ambientales para ambos hijos. Obviamente se juega en estos casos todas las fantasías de los padres sobre el factor hereditario. Ambos niños pueden ser distintos física y genéticamente (mellizos) o exactamente iguales (gemelos).

En los dos casos, comparten un hecho psicológicamente muy significativo: nacieron juntos.
La herencia genética les da una base común con ciertas tendencias posibles de desarrollo y hasta de conducta, pero es el medio ambiente familiar el primer factor en la conformación de su personalidad.

En otras palabras, los mellizos y los gemelos tienen posibilidades de elegir y ser distintos, y por lo general lo son.
Las dos actitudes primarias de los padres frente a estos hijos oscilan en un péndulo bipolar: igualación (hacerlos y tratarlos lo más semejantes posible) y diferenciación (buscar la máxima diferencia) Ambas posiciones son normales, pues en general los padres se las reparten, y cada uno de ellos asume la más conveniente a su forma de ser. Aun así, las reacciones de los adultos se mezclan y equilibran dentro de sí mismos. Los problemas surgen cuando el juego de equilibrio entre ambas posiciones se cristaliza en una actitud predominante.

El criterio de igualación exacerbado determina una igualdad compartida entre ambos hijos, donde ninguno es distinto pues forman parte de una unidad (“2 en 1”). Ninguno puede funcionar sin el otro y la interdependencia es total. Actúan, visten hablan y se mueven como si cada uno fuera uno solo. Si uno de ellos se independiza, el otro deviene un inútil y hasta pede enfermar gravemente. Equilibrio con el medio es posible, pues dos hacen más fuerza que uno. En última instancia, son “siameses psicológicos”. Tienen su propio mundo de a dos, con un lenguaje secreto inaccesible a los adultos. El “acompañante imaginario” se convierte en una persona real y concreta: el hermano.


La posición de diferenciación extrema puede producir una disociación conflictiva: un hermano es el “bueno” y el otro es el “malo”. Las palabras bueno y malo representan un concepto totalmente subjetivo de ambos padres, donde lo deseado es lo bueno y lo rechazado se convierte en lo malo. La situación creada puede determinar un niño inteligente y buen alumno con un hermano gemelo aparentemente tonto, con problemas de aprendizaje.

Cada uno de ellos se ha identificado con el deseo inconciente de sus padres, y opera en consecuencia.
El equilibrio familiar determina la necesidad de esta creciente disociación.

Cuanto más brillante un hermano, más opaca el otro, en un juego de figura y fondo tanto interdependiente como en la igualación. De concurrir a la consulta, el hermano elegido es el “malo” siendo el trastorno de origen familiar.
Estas tendencias se van delineando desde el nacimiento del par filiar.

En el caso de los gemelos, su igualdad física los convierte en un posible blanco para tratar su crianza en bloque (comer juntos, dormir juntos, vestir e intercambiar las mismas prendas). Esta posibilidad es tentadora par ala tranquilidad materna abrumada por dos bocas, dos llantos y dos demandas. La continencia del padre y la familia extensa (tíos, abuelos) puede ayudar haciéndose cargo del compartir la tarea cotidiana; en tanto y en cuanto no se manifieste una preferencia definida hacia uno de los hijos. De suceder así, el resultado no deseable es la división entre un hijo criado y preferido por la madre y otro que deberá arreglarse con “lo que sobre”.


La presencia de mellizos facilita la diferenciación, pero presenta los mismos riesgos descriptos. Los adelantos técnicos, permiten la detección precoz del embarazo gemelar por parte de los obstetras. Desaparece la sorpresa del parto, y aumentan las posibilidades de un trabajo previo de preparación para la crianza con ambos padres. Es recomendable el contacto preparto y el comienzo precoz de la orientación a cargo del futuro pediatra.

El especialista en psicopatología tiene su lugar en interconsulta, o en casos de patología familiar complicada previa que imposibilite una contención pediátrica efectiva.
Existe un criterio popular de aceptación y hasta del provecho redituable de la situación (un gemelo dando examen por ambos). La realidad encubierta es más complicada, pero no necesariamente dramática si los criterios de prevención se aplican en forma precoz y eficaz.

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