12 de junio de 2012

Cómo actuar frente a los miedos de los niños? - Embarazos Múltiples

 Embarazos Múltiples
 Desarrollo del Niño
 
Cómo actuar frente a los miedos de los niños?, Los miedos en general siempre se dan durante la etapa infantil del niño. La única explicación a esta regularidad es que el miedo debe tener un importante componente de valor adaptativo para la especie. En pequeña escala, estas sensaciones que se viven como desagradables por parte del niño o adolescente pueden cumplir una función de supervivencia en el sentido de apartarle de situaciones de peligro potencial (no acercarse a ciertos animales, no entrar en sitios oscuros, etc.). 
 
Sin embargo, cuando este miedo es desadaptativo (no obedece a ninguna causa real de peligro potencial o se sobrevaloran las posibles consecuencias) el resultado es un enorme sufrimiento por parte del niño que lo padece y sus padres. 
 
El miedo, puede entonces condicionar su funcionamiento y alterar sensiblemente su capacidad para afrontar situaciones cotidianas (ir a dormir, ir a la escuela, estar sólo, etc.). No hay duda que los miedos son evolutivos y normales a cierta edad. La tendencia natural será a que éstos vayan desapareciendo progresivamente. 
 
En otras ocasiones, podemos hablar abiertamente de temores o miedos patológicos que pueden derivar hacia trastornos que necesitan atención psicológica (ansiedad, fobias). Establecer la frontera entre uno y otro (normalidad-patología) no siempre es fácil y dependerá mucho de la edad del niño, la naturaleza del objeto temido y sus circunstancias, así como la intensidad, frecuencia, sufrimiento y grado de incapacitación que se produce en el niño. 
 
Miedo, Fobia y Ansiedad 
 
Un niño puede sentir un miedo natural ante la presencia de un perro grande mostrándose reacio a tocarlo y manteniéndose discretamente a cierta distancia. En otro niño la simple visión del perro o su ladrido puede despertar la necesidad de correr inmediatamente, sintiendo un malestar profundo y necesitando alejarse a mucha distancia para tranquilizarse. En éste último caso no ha habido ninguna causa objetiva que pueda justificar el temor del niño (salvo en el caso de que el niño hubiera sido víctima con anterioridad de la acción de algún perro). Ha este miedo irracional le llamamos fobia. Relacionado con los miedos y las fobias suele hablarse también de ansiedad.
 
La ansiedad está muy presente en todos los procesos de miedos y, en especial, en las fobias.   El cuerpo se prepara para una respuesta de escape o huida activando los sistemas motores. Si el niño es obligado a permanecer ante el estímulo o situación temida la voz se torna temblorosa, se producen bloqueos, tics, muecas faciales. 
 
Cada niño manifestará su ansiedad de diferente forma según sus características. 
 
Evolución de los miedos
 
a) Primera infancia Los diferentes estados de desarrollo conllevan asociados la preponderancia de un tipo u otro de miedos. Según algunos expertos, los bebés no comienzan a manifestar el sentimiento de miedo antes de los seis meses de vida. Es a partir de esa edad cuando empiezan a experimentar miedos a las alturas, a los extraños y otros. Estos tres tipos de miedo se consideran programados genéticamente y de un alto valor adaptativo. De hecho su presencia denota un cierto grado de madurez en el bebé. A esta edad también surge la ansiedad de separación de la figura de apego. Entre el año y los dos años y medio se intensifica el miedo a la separación de los padres a la que se le suma el temor hacia los compañeros extraños. Ambas formas de miedo pueden perdurar, en algunos casos, hasta la adolescencia y la edad adulta, tomando la forma de timidez. Lo habitual es que vayan desapareciendo progresivamente a medida que el niño crece. Es en esta etapa, cuando empiezan también a surgir los primeros miedos relacionados con pequeños animales y ruidos fuertes como pueden ser los de una tormenta. 
 
 
b) Etapa preescolar (2,5-6 años), Se inicia una evolución de los miedos infantiles. Se mantienen los de la etapa anterior (extraños, ruidos, etc.) pero van incrementándose los posibles estímulos potencialmente capaces de generar miedo. Ello va en paralelo al desarrollo cognitivo del niño. Ahora pueden entrar en escena los estímulos imaginarios, los monstruos, la oscuridad, los fantasmas, o algún personaje del cine. La mayoría de los miedos a los animales empiezan a desarrollarse en esta etapa y pueden perdurar hasta la edad adulta. 
 
 
 
Cómo combatir el miedo infantil 
 
1- En primer lugar vivir la situación del niño con tranquilidad, sin mostrar preocupación o angustia. Recordemos que el modelado, es decir, los comportamientos que el niño observa de los padres son los patrones que interioriza. Padres excesivamente preocupados pueden ser un mal modelo y aumentar la tensión. 
 
2- No forcemos al niño a efectuar aquellas conductas que teme. Hay que trazar un plan de forma que podemos crear aproximaciones sucesivas. Por ejemplo, un niño que teme a la oscuridad, no podemos pretender que lo supere inmediatamente por mucho que se lo razonemos. 
 
Hay que crear una gradación de situaciones para que el niño vaya progresando. Tras la permanencia un determinado tiempo en una de estas habitaciones podemos reforzarle con algún premio o efectuar alguna acción de su agrado. El próximo día probaremos en otra un poco más oscura. Hay que avanzar paulatinamente. 
 
No dar importancia a los retrocesos y celebrar los pequeños pasos. La solución a los miedos no es evitarlos sino enfrentarnos a ellos. Sin embargo, en el caso de los niños, debemos hacerlo con calma y con mucho sentido común. Utilice el juego y la imaginación. Algunas técnicas psicológicas utilizan la llamada escenificación emotiva en donde las diversas aproximaciones del niño al objeto o situación temida van acompañadas de instrucciones previas en el que ha de adoptar el papel de ayudente o colaborador de algún heroe de ficción de su elección. 
 
El niño se imagina que está ayudando a su heroe favorito en la consecución de alguna misión. No obstante estas técnicas deben ser aplicadas y controladas por un profesional ya que forman parte de lo que se conoce como desensibilización sistemática. Se trata del tratamiento psicológico más utilizado en trastornos de miedos, fobias y ansiedad. 
 
3- Una forma muy eficaz de actuar es mediante el modelado. Uno de los padres puede efectuar la conducta temida (p.e. estar en la habitación a oscuras) para enseñar al niño que no sucede nada. No obstante, el modelado es más eficaz cuando el modelo es de la misma edad del niño. En especial, terapias efectuadas en grupo de iguales para exponerse a los estímulos temidos (oscuridad, animales, etc.) han resultado muy eficaces en niños. 
 
4- Evitar siempre ridiculizar al niño por sus miedos, en especial, delante de sus compañeros. No reírse de él, no castigar ni sermonear. La atención debe estar dirigida a las posibles soluciones no a las consecuencias punitivas. 
 
5- Evitar el visionado de películas, juegos o actividades que comporten violencia, miedo o terror. Procurar que las personas de su entorno no lancen mensajes amenazadores (si no comes llamaré a....; si no te portas bien se lo diré a.....). No se trata de aislar o sobreproteger al niño. Hasta cierto punto el niño debe ir integrando las diferentes emociones y el miedo forma parte natural de nuestra vida desde el inicio. No obstante, siempre será de gran ayuda que estas emociones estén reguladas por el consejo y el acompañamiento de los padres. 
 
6- Puede resultar también útil, según el caso, la introducción de alguna técnica de relajación. 
 
7- Estas instrucciones son generales y deben ajustarse a la edad del niño y sus características. 
 
8- Cuando los miedos son más severos, persistentes y alteran significativamente el funcionamiento del niño en su entorno familiar, escolar o social, podemos encontrarnos con trastornos que ya no formarían parte del ciclo evolutivo “normal” sino que deberían ser objeto de tratamiento especializado (fobias específicas, trastornos de ansiedad u otros). Ante cualquier duda consulte con un profesional de la salud.

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