5 de julio de 2008

Hemorragia Posparto - Embarazo de alto riesgo - Embarazos Multiples

Embarazos Multiples
Embarazo de Alto Riesgo

Hemorragia posparto

¿Es normal sangrar mucho después del parto?

Todas las mujeres pierden algo de sangre cuando la placenta se desprende del útero y se expulsa, e inmediatamente después. Y, en general, las mujeres a quienes se les practica una cesárea pierden más que aquellas que han dado a luz por parto normal. Pero como la cantidad de sangre en el cuerpo aumenta alrededor de un 50 por ciento durante el embarazo, el cuerpo se encuentra bien preparado para compensar esta pérdida esperable.

El sangrado normal que se produce inmediatamente después del parto se debe principalmente a que quedan abiertos vasos sanguíneos en el útero, donde la placenta estaba adherida. Cuando la placenta comienza a desprenderse, estos vasos sangran dentro del útero. Después, cuando la placenta es expulsada, el útero generalmente sigue contrayéndose y los cierra.

Posiblemente tu médico le haga masajes a tu útero después del nacimiento de tu bebé y te administre oxitocina (Pitocina) para ayudar a que se contraiga. El amamantamiento, que hace que tu cuerpo libere oxitocina natural, también puede colaborar en el proceso. Si has tenido una episiotomía o un desgarro durante el parto, también es posible que sangres en esta zona hasta que te la suturen.

Sin embargo, desafortunadamente, algunas mujeres sangran demasiado después del parto y necesitan un tratamiento especial. Esta complicación se denomina hemorragia puerperal o posparto (HP) y ocurre hasta en el 5 por ciento de los partos. Es más probable que suceda mientras la placenta se está desprendiendo o al poco tiempo. Si se produce en los días o semanas posteriores al parto, se denomina HP tardía o retardada.


¿Cuáles son las causas de la hemorragia puerperal?


Existen varios factores que pueden provocar más sangrado después del parto o hacerlo difícil de controlar. La causa más común de hemorragia puerperal inmediata es simplemente que el útero está demasiado cansado como para contraerse bien, complicación que se denomina "atonía uterina." Eres más propensa a sufrir de atonía uterina si tu útero se agrandó demasiado durante el embarazo, ya sea debido a un bebé grande, a que esperas gemelos o más bebés, o a que tienes demasiado líquido amniótico.

También corres mayor riesgo si ya has dado a luz varias veces, si has tenido un parto muy largo o muy rápido, si te han inducido o aumentado las contracciones con Pitocina o si tienes una infección uterina. Y las mujeres que han sufrido HP a causa de una atonía uterina en un embarazo anterior son más propensas a padecerla nuevamente. De manera que si ya te ha ocurrido, asegúrate de que tu médico conozca tu historia.

También puedes comenzar a sangrar fuertemente después del parto si la placenta comienza a desprenderse del útero, pero no completa el proceso con la debida rapidez y deja los vasos sanguíneos expuestos donde antes estaba adherida. En algunos casos, los restos de placenta que permanecen en el útero después de haber sido expulsada la mayor parte de ella pueden causar sangrado intenso.

Otra causa de hemorragia puerperal es una complicación relativamente rara pero grave, conocida como placenta accreta, en la cual la placenta no se desprende porque se encuentra implantada dentro del útero a demasiada profundidad. (El riesgo de accreta es mayor con cada cesárea y si tienes placenta previa.)

Los fibromas uterinos a veces contribuyen al sangrado porque no permiten que el útero se contraiga como debería. También puede ser que pierdas sangre por desgarros en el cuello del útero, la vagina o el perineo, o si te han practicado una episiotomía. En ocasiones, la pérdida de sangre puede ser abundante, en particular si has sufrido desgarros grandes o profundos o si la episiotomía fue importante.

También eres más propensa a sufrir HP si tienes un desorden generalizado en la coagulación sanguínea, ya sea hereditario o relacionado con el embarazo (que puede aparecer si presentas preeclampsia grave o desprendimiento prematuro de la placenta). Y la misma hemorragia puede causar problemas de coagulación, y producir aún más sangrado. Por último, una rotura del útero o una inversión del útero pueden causar sangrado intenso, pero estas complicaciones son poco frecuentes.

¿Cómo se trata la hemorragia puerperal?


Primeramente, tu médico deberá determinar cuál es la zona del sangrado, si es en el útero o en alguna otra parte de tu aparato genital (como en el caso de una episiotomía o un desgarro) o en ambos lados. Se te administrarán soluciones intravenosas a un ritmo más rápido para mantener alta tu presión. Si no recibiste una infusión intravenosa, se te administrará una inmediatamente.

Si la causa del sangrado es un desgarro o una episiotomía, tu médico te suturará la herida, lo que debería detener la hemorragia. Si la pérdida de sangre proviene del útero, los pasos a seguir dependerán de tu caso en particular.

Si aún no has expulsado la placenta, el médico puede intentar hacer que ésta salga, lo que en algunos casos implica meter la mano en el útero y extraerla manualmente. Antes de llevar a cabo el procedimiento te suministrarán medicación para el dolor, y puede ser que te trasladen de la sala de parto al quirófano.

Si comienzas a sangrar — o si sigues sangrando — por el útero una vez que la placenta esté afuera, recibirás otros medicamentos además de la oxitocina, mientras tu médico te continúa masajeando el útero. En la mayoría de los casos, la medicación actúa muy rápidamente, el útero se contrae y de esta manera el sangrado se detiene. En caso de ser necesario, tu médico introducirá una mano dentro de tu vagina y pondrá la otra sobre el estómago, y comprimirá el útero con las dos manos. A menudo esta medida, junto con la medicación, es suficiente para detener la hemorragia.

Si continúas sangrando, se te trasladará al quirófano y se te darán medicamentos para que te sientas mejor, mientras el médico "explora" tu útero (a través de tu vagina) y busca restos de placenta que pudieran haber quedado. En algunos casos, se necesitará hacer un raspado para extraerlos.

Si el sangrado es importante y no se detiene, o tus signos vitales no están estables, se te hará una transfusión de sangre. Afortunadamente, esto sólo es necesario en raras ocasiones. Aún menos común sería que necesitaras una cirugía abdominal y una posible histerectomía para detener la hemorragia.

Cualquiera que sea la causa de la hemorragia, se te tomará la presión sanguínea y el pulso con frecuencia para ayudar al médico a evaluar cómo se defiende tu cuerpo frente a la pérdida de sangre. (De todos modos, esto se hace inmediatamente después del alumbramiento porque a veces es difícil determinar la cantidad de sangre que se pierde.) El médico querrá saber si tienes la presión más baja de lo normal o el pulso acelerado.

¿Cómo es la recuperación?


Una vez que el sangrado esté bajo control, seguirás recibiendo soluciones intravenosas y medicación durante algún tiempo para ayudar al útero a mantenerse contraído, y permanecerás en observación para evitar futuras hemorragias y evaluar tu estado general. La recuperación dependerá en parte de cuánta cantidad de sangre hayas perdido y con qué "reservas" contabas desde un principio, es decir, cuánto había aumentado el volumen de tu sangre durante el embarazo y si ya estabas o no anémica.

Tal vez te sientas débil o mareada, y al principio no deberías intentar levantarte de la cama por tus propios medios. Probablemente quedes anémica por la pérdida de sangre, pero con descanso, líquidos, alimentos nutritivos y suplementos de hierro, deberías recuperarte pronto.

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