21 de septiembre de 2011

CONTROLAR EL ASMAS - CUIDADOS DEL BEBE - EMBARAZOS MULTIPLES


CONTROLAR EL ASMA
EMBARAZOS MULTIPLES
CUIDADOS DEL BEBE

Tenemos que darle una buena noticia: en la mayoría de los niños, el asma se puede controlar; a veces tan bien que algunos sólo tienen crisis asmáticas con muy poca frecuencia. Para muchas familias, el proceso de aprendizaje es la parte más difícil del control del asma. Entre el momento en que se emite el diagnóstico de asma y el momento en que este trastorno se controla de la manera adecuada, hay mucho que aprender y mucho que hacer. Su hijo quizá tenga alguna crisis mientras está aprendiendo a controlar el asma, pero usted no debe sorprenderse ni desanimarse por eso. Controlar el asma puede llevar algo de tiempo y energía, ¡pero el esfuerzo vale la pena!

El tiempo que lleva controlar el asma depende de la edad del niño, la gravedad de los síntomas, la frecuencia de las crisis y lo dispuesta que esté la familia a seguir el plan de tratamiento indicado por el médico. Todo niño a quien se le haya diagnosticado asma necesita un plan de acción contra el asma diseñado por un médico para controlar los síntomas y las crisis. Este plan suele constar de cinco partes.

Identificar y controlar los desencadenantes del asma

Los desencadenantes son aquellas sustancias que pueden irritar las vías respiratorias y provocar una crisis asmática. Éstos pueden variar entre estaciones y a medida que el niño va creciendo. Algunos de los desencadenantes más habituales son los siguientes:

los alérgenos, incluyendo los microscópicos ácaros del polvo, que se encuentran en el polvo doméstico, las alfombras y las almohadas; la caspa y la saliva de los animales domésticos; el polen y el heno; el moho; algunos alimentos; ciertos medicamentos, y las cucarachas.

las infecciones virales, incluyendo el resfriado común y la gripe.

los irritantes, incluyendo el humo, los desodorantes de ambientes, los aerosoles, los vapores de pintura, las lacas para el pelo y los perfumes.

el ejercicio

respirar aire frío

los cambios de clima

Identificar los síntomas y los desencadenantes puede requerir tiempo y exige un trabajo de detective. Pero una vez que se identifica el patrón que siguen los síntomas del niño, se pueden evitar algunos de los desencadenantes mediante medidas de control ambiental.

anticipar y prevenir las crisis asmáticas

Muchos niños con asma experimentan una inflamación gradual de las vías respiratorias al exponerse a desencadenantes cotidianos, pero ellos no lo pueden percibir. Su respiración puede parecer normal y no presentar dificultad a pesar de que sus vías respiratorias se están estrechando e inflamando, lo que prepara el terreno para una crisis asmática.

Puesto que el hecho de escuchar la respiración de un niño (o de preguntarle como la siente) no puede darnos una idea precisa de lo que está ocurriendo en sus vías respiratorias, necesitamos una forma más objetiva de medir la capacidad respiratoria. Las pruebas respiratorias permiten medir el volumen y la velocidad del aire a medida que es expulsado de los pulmones. Los especialistas en asma realizan varias mediciones con un espirómetro, un aparato computarizado que permite hacer mediciones detalladas para evaluar la capacidad respiratoria.

En casa, puede utilizar un medidor de flujo espiratorio máximo, que es un aparato portátil para medir la capacidad respiratoria. Cuando descienden las mediciones, significa que está aumentando la inflamación en las vías respiratorias. El medidor de flujo espiratorio máximo puede detectar inflamaciones y obstrucciones muy leves de las vías respiratorias, incluso cuando el niño se siente bien. En algunos casos, permite detectar descensos del flujo espiratorio máximo entre dos y tres días antes de que se produzca la crisis asmática, lo que da tiempo suficiente para adoptar las medidas terapéuticas y preventivas apropiadas.

En las primeras etapas del tratamiento, el médico suele pedirle al niño que haga una serie de mediciones del flujo espiratorio máximo durante un período de tiempo determinado. Estas mediciones lo ayudarán a establecer la línea base de flujo espiratorio máximo (FEM) del niño, es decir, su estado óptimo cuando presenta menos síntomas. Una vez establecida la línea de base, el niño deberá medirse el flujo espiratorio máximo por lo menos una vez al día, a fin de comparar las mediciones diarias con la línea de base.

Otra forma de saber cuándo se aproxima una crisis es buscar los primeros signos de alarma. Éstos son pequeños cambios que indican que es posible que deban hacerse ajustes en la medicación del niño (de acuerdo con el plan de acción contra el asma personalizado) a fin de prevenir posibles crisis. Los primeros signos de alarma ayudan a saber que se puede estar aproximando una crisis horas o incluso días antes de la aparición de síntomas obvios de asma (como el resuello y la tos). Los niños pueden presentar cambios en su aspecto, estado de ánimo o respiración, o quejarse de que se “sienten raros”. Los primeros signos de alarma no siempre son una prueba indudable de que se está avecinando una crisis, pero permiten planificar las cosas con antelación, por si acaso. “Sintonizar” con estos cambios tan sutiles suele requerir cierto aprendizaje, pero con el tiempo resulta más fácil reconocerlos.

Los padres de niños muy pequeños, que todavía no pueden hablar o utilizar el medidor de flujo espiratorio máximo, suelen considerar muy útiles los primeros signos de alarma para predecir y prevenir las crisis. Y estos signos también pueden ser de gran ayuda para los niños mayores o incluso para los adolescentes, porque les enseñan a detectar pequeños cambios en su propio organismo. Si son más grandes, podrán ir ajustando la medicación ellos mismos de acuerdo con su plan de acción contra el asma personalizado, y si no, podrán pedir ayuda.

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